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lunes, 11 de febrero de 2008

HOMENAJE A FRIDA KAHLO: 100 AÑOS








Homenaje 100 Años de Frida Kahlo
Patricia M. Araya


FRIDA
México, nació de tu entraña.
Una pintora vestida de tehuana.
Con trenzas en forma de corona.
Recostada en su lecho.
Abrazada a sus pinceles. Se creó a si misma.
Al universo, y a la tierra.
Con su columna rota llena de clavos.
Un corsé la sujeto a la vida.
Se llamo Frida.
Creo arte con su dolor.
Y con Diego, en su pensamiento.

Publicado el 12/9/2007 Copyright © Dina Moreno Astudillo. Todos los derechos reservados.



Cartas privadas de Frida kahlo
Veinticuatro cartas escritas de su puño y letra por la artista mexicana Frida Kahlo (1907-54) y dirigidas a su médico personal, que serán exhibidas desde hoy en la capital federal, reflejan sus dolencias y rencores, así como su desilusión por no haber podido tener un hijo.

Esas cartas, varias de las cuales fueron dirigidas a su médico personal, también muestran los miedos, las obsesiones, pero, sobre todo, la voluntad inagotable de vivir de una de las más grandes figuras del arte contemporáneo en México.

La exposición "Leo Eloesser": la medicina y el dolor en la obra de Frida Kahlo. "Una relación epistolar" se podrá apreciar a partir de hoy y hasta el próximo 19 de noviembre en el Museo que los admiradores de la célebre pintora crearon en su "Casa Azul" del barrio colonial de Coyoacán, en el sur capitalino. La muestra es patrocinada por el fideicomiso que maneja los museos de Kahlo y su esposo, el también artista Diego Rivera, diversas instituciones culturales mexicanas y el Hospital General de la Universidad de California en San Francisco (EEUU), dijeron los organizadores.

La intensidad de Frida también se refleja en sus escritos
El objetivo de esta muestra es dar a conocer una importante faceta de la vida de una de las artistas más reconocidas del mundo. La intensidad de la vida de Frida no sólo se refleja en su obra plástica, sino también en sus escritos, explicó en una rueda de prensa el director del fideicomiso, Carlos García. La artista plasmó su estado de ánimo en varias cartas que remitió a su médico, el estadounidense Leo Eloesser, a quien conoció en México en 1926 y volvió a ver en San Francisco en 1930, siempre junto con Diego Rivera. A partir de 1926, los tres establecieron una estrecha amistad y el doctor se convirtió en una de las personas de mayor confianza de la artista, no sólo en cuestiones de salud, sino en otros asuntos de su vida privada, aún aquellos que afectaban sus más profundos sentimientos. "Estos días me he aburrido bastante en Nueva York, pues no veo a nadie, ni pinto ni hago nada".
La "high society" (alta sociedad) de aquí me cae muy "gorda" (mal) y siento un poco de rabia contra todos estos ricachones de aquí, pues he visto a miles de gentes en la más terrible miseria, escribió en una de las misivas en 1931.

Celos de la primera esposa de Rivera
La sinceridad con la que se expresaba y la confianza que le tenía a Eloesser fueron aumentando con los años, por lo que llegó a revelarle al doctor que sentía celos por Guadalupe Marín, la primera esposa de Diego Rivera y con quien procreó dos hijas. "Por favor no te vayas a enojar conmigo por lo que te voy a decir: hoy en la mañana, cuando me invitaste al concierto, estaba decidida a ir por darte gusto y por verte, pero cuando supe que Diego convidó a su palco a las amigas de la Marín, que me caen como punta en el ombligo, se me quitaron las ganas de ir", señaló. "Prefiero hablarte franco, pues sé que me comprendes y perdonarás si me rajo", apuntó la artista en una hoja blanca, sin fecha. Su deseo de ser madre, así como el dolor que le provocó su infertilidad, fue otro de los temas privados que más abordó con su médico. "Tenía yo tanta ilusión de tener a mi Dieguito chiquito que lloré mucho, pero ya pasó, no hay más remedio que aguantarse", escribió Kahlo después de su primer aborto en 1932. "¿Usted cree que sería más peligroso abortar que tener un hijo?", le preguntó en esa misma misiva, firmada por la "muchacha molona" (que molesta), pero que lo quiere tanto y cree cada una de sus palabras". Además de las epístolas, en la exposición de Ciudad de México se presentan objetos personales de Kahlo, medicamentos que consumía, documentos y fotografías de Eloesser, así como algunas obras plásticas relacionadas con su salud. El Hospital General de San Francisco ha prestado las obras "Retrato del doctor Eloesser", de Kahlo, y "La tortillera", de Rivera, que se mostrarán por primera vez en México, dijo García. Varias de las cartas fueron suministradas a los organizadores de la exposición por Juan Pascoe, dueño de una imprenta ubicada en el municipio mexicano de Tacámbaro (Michoacán, oeste), donde vivió el médico estadounidense junto con su esposa, Joyce Campbell. Pascoe señaló que no conoció a Eloesser, quien falleció en 1976, pero sí a Campbell, quien le entregó las cartas al irse de Tacámbaro, hace tres años. La sinceridad con la que se expresaba y la confianza que le tenía a Eloesser fueron aumentando con los años,


Cartas Flotantes de Frida Kahlo
Con vivo interés y en medio de un silencio matizado por los murmullos, la gente lee pausadamente. Solos o en grupo se acercan, primero con curiosidad, a los documentos, que encapsulados en acrílico penden de un par de alambres sujetos a una estructura que domina todo el techo de la sala. Línea a línea se van disipando las dudas, se van abriendo nuevos secretos. ¿Ya viste? ¿Quién es el doctorcito? ¿Dice cielar o celar? Las letras trazan una imagen distinta a la del pincel y en conjunto integran un autorretrato de Frida Kahlo distinto a los que pueblan la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes. Ahí está la mujer que sortea con humor sus pesares, la adolescente que se dibuja llorando o contenta, la artista convaleciente que narra su dolor y sus dudas, la amiga que posa sus labios con carmín sobre la postal. Las cartas y postales de Frida Kahlo que integran la última parte de la exposición Frida Kahlo 1907-2007. Un homenaje nacional, que se presenta actualmente en el palacio de mármol, constituyen uno de los pasajes más interesantes para los visitantes de la muestra (más de 350 mil, según cifras oficiales). Setenta piezas, pertenecientes a 17 colecciones, integran la pequeña muestra, constituida principalmente por la correspondencia entra la pintora y su doctor, Leo Eloesser. La curaduría de la sala estuvo a cargo de un equipo en el que participó Roxana Velázquez, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes.“Son varios documentos, desde que Frida era una joven de 20 años hasta sus últimas cartas —señala Velázquez. La instalación de la sala ha sido un gran acierto. Que el público pueda tocarlas ha provocado una desacralización. Los jóvenes y adultos pueden leer como si ellos fueran los destinatarios.” Las 21 cartas y postales que Frida le escribió a su doctor y amigo, así como las 23 que él le envió, y que acaban de ser localizadas en los archivos de la Casa Azul (al lado de correspondencia inédita como la que sostuvo con su novio en la preparatoria, Alejandro Gómez Arias), integran además el libro Querido doctorcito. Frida Kahlo y Leo Elosser, correspondencia, recién editado bajo el sello de DGE y Conaculta, y que recupera, en facsímiles, el intercambio epistolar desarrollado entre el 15 de junio de 1931 y finales de 1951. El tomo será presentado este miércoles, a las 19 horas, en el Museo Frida Kahlo, con la presencia de Carlos Monsiváis, Teresa del Conde, Arnoldo Kraus y Juan Pascoe. Escribe Monsiváis en su ensayo “Frida, corresponsal”, que la artista “es la creadora de un idioma único, que reelabora los lugares comunes y los traslada a esa atmósfera donde los coloquialismos hacen las veces de fuegos de artificios, y donde se crean sobre las páginas los juegos del ingenio y el desenfado, las revelaciones del dolor y la indignación.” Si juera papel volara El recurso museográfico de las cartas flotantes de Frida no es una novedad. La primera vez que se exhibieron al público, en 2004, los documentos colgaron del techo de la Biblioteca Henestrosa, en la ciudad de Oaxaca, tierra de la madre de Frida. Fredy Aguilar, director de la biblioteca, participó en el equipo que planeó la museografía. Asegura que la idea surgió de una exposición de pájaros creados por el artista juchiteco Francisco Toledo, en donde las aves materialmente volaban sobre las salas. “No es lo mismo tener una carta en la vitrina, que colgarla y hacerla accesible —afirma. Utilizamos materiales como el acrílico y papel libre de ácido. Había cartas, una postal y un telegrama. La exposición duró tres meses con mucho éxito.” Antes de estar en el Palacio de Bellas Artes, las cartas se presentaron en 2005 en la Casa Azul, en donde si bien no colgaron, tuvieron una museografía que permitía su lectura por ambos lados. El destino de las misivas era el aire. Las cartas de Frida con su doctor fueron enviadas por correo aéreo de México, Detroit o Nueva York a San Francisco, hogar del prestigioso cirujano, quien voló con todo y cartas a Tacámbaro, Michoacán, en donde vivió sus últimos 25 años. Las cartas escritas por Frida quedaron en posesión de Joyce Campbell, viuda del doctor, a la muerte de este último, en 1976. Campbell decidió donar la correspondencia al editor Juan Pascoe, quien a su vez las envió ¡por correo ordinario! a la Biblioteca Henestrosa de Oaxaca para la exposición. En la actualidad, su lugar de resguardo es la bóveda del Museo de Filatelia de la misma ciudad.

Homenaje a Frida Kahlo

Con la maestría de su fina pincelada, Frida dejó plasmado en docenas de autorretratos sus unidas cejas negras y su escaso bigote. Esta misma Frida fue la que se quitó de un tirón tres años de edad, sosteniendo que había nacido en 1910 en Coyoacán, México, en vez de su fecha original 1907. ¿Capricho vanidoso? Probablemente, no. Aunque Frida fue casi siempre su única modelo, su intención iba más allá de querer preservar la belleza de su juventud, ello estuvo más relacionado con su necesidad de identificarse con México, su tierra amada. El hecho en el cambio de su fecha de nacimiento tiene relación con el año del comienzo de la Revolución mexicana (1910) y el retiro del poder del presidente Porfirio Díaz. Si esta mentira tan obvia nos resulta necia e incongruente, incomprensible en contraste a su desenvuelto candor, ello sólo proyecta, por un momento, la yuxtaposición de imágenes que encontramos en sus pinturas. Frida nunca se detuvo ante los hechos tangibles para llegar y expresar su propia verdad; en el caso de su fecha de nacimiento, la gran verdad en este caso es que, el destino de ella y el de México moderno, estarían intrincablemente conectados en un proceso de revolución y renacimiento. Para comprender la naturaleza de esta artista y sus pinturas es necesario poner a un lado todo tipo de convencionalismos, incluso las fechas, como pudiera ser el caso. Asimismo, y mucho más paradójico aún, esta comprensión requiere de que nos ubiquemos en el contexto de la Historia en que sucede la vida de la artista. Frida misma, siendo una artista revolucionaria, le toca nacer en el medio del caos político que vivía su país el cual, pasaba por un proceso de sangriento renacer. Esa imagen, de acuerdo con Frida, es mucho más verdadera que el hecho en sí mismo, sería trivial no estar de acuerdo.
Ya sea que estuviera en París, New York o Coyoacán, Frida siempre vistió con el elaborado traje típico tehuano de las indias doncellas. Así como la realidad de su país la fueron modelando y definiendo, igualmente lo hizo su esposo, el muy conocido muralista, Diego Rivera. Si México era para Frida su verdadero progenitor, Rivera, 20 años mayor que ella representaba su "hijo grande"; ella solía llamarlo su pequeño bebe. Frida conoció a Rivera cuando todavía era una estudiante en el colegio. Un tiempo después, 1929, se convirtió en la tercera esposa de Rivera, un hombre que, abiertamente fue diagnosticado por su médico incapaz para la monogamia. No falta el mencionar que, esta relación fue una unión poco convencional, problemática, sin embargo, apasionada que sobrevivió numerosas infidelidades por ambas partes, separaciones e incluso, un divorcio en 1939 y la consecuente reconciliación, celebrando un segundo matrimonio en 1940. El amor de esta pareja se sometió a duras pruebas pero, como se demuestra en las raíces de la pintura "El abrazo de amor", el amor de Frida por Diego fue tenaz. No obstante, el matrimonio no protegió a Frida de los sufrimientos y padecimientos que caracterizaron su juventud, cuando un horrible accidente en autobús dejó su cuerpo fracturado y debilitado por prácticamente el resto de su adultez. La incorregible actitud mujeriega de Diego, al colmo de relacionarse con la propia hermana menor de Frida, Cristina, sólo contribuían a aumentar su dolor. "Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida", dijo una vez Frida, "uno en el que un autobús me tumbó al suelo… el otro accidente es Diego". Fue un matrimonio que permaneció sin hijos y esto fue la fuente de muchas de las angustias de Frida, tanto como las infidelidades de Diego. Para Frida Diego era todo: "mi niño, mi amor, mi universo". Como artistas, la pareja era muy productiva. Cada uno consideraba al otro como el mejor pintor y pintora de México. Frida se refería a Diego como el "arquitecto de la vida". Cada uno asumía con un profundo orgullo la creación del otro, a pesar de haber sido drásticamente diferentes en estilo y forma. Montado en un andamio y a la intemperie, Diego pasaba horas trabajando en un mural día tras día, él amaba obsesivamente pintar, tanto como Frida lo amaba a él, entregando inmensos murales públicos sobre temas políticos. Frida, en cambio, estaba la mayor parte de su tiempo inmovilizada con un corsé y acostada en la cama o confinada a un cuarto de hospital, ya sea porque se estuviera sometiendo a una cirugía o recuperándose de alguna. Frida se alternaba intensamente entre la languidez y pintando obra personal. Cerca de una tercera parte de su obra, 55 pinturas, está compuesta de autorretratos. En algunos, su rostro, como una máscara, refleja una mirada fija e impasible. En otros en cambio, una gráfica y detallada representación de sus órganos internos nos revelan en correspondencia el estado de su mente. Ella era capaz de, en una sola imagen, revelarnos y revelarse lo más indigno de una traición, así como también el dolor de un aborto. Diego, un artista del realismo socialista, se fue una vez en lágrimas de orgullo cuando Picasso expresó su admiración en los ojos de un autorretrato de Frida. Diego llegó a escribir una entusiasta carta de recomendación a un amigo para una exposición de la obra de Frida: "Yo la recomiendo, no como esposo sino, como un entusiasta admirador de su trabajo, ácido y tierno, duro como el hierro y delicado y fino como el ala de una mariposa, adorable como una hermosa sonrisa, profundo y cruel como lo más implacable de la vida". El trabajo de Frida, algunas veces fantástico otras sangriento, ha sido definido como surrealista, al respecto una vez ella comentó que nunca había pensado en que ella era una surrealista "hasta que Andre Bretón vino a México y me lo dijo". ("El trabajo de Frida Kahlo es la mecha de una bomba" escribió de admiración Bretón). Sin embargo, Frida evadía todo tipo de etiquetas, Diego por su parte, la definía como realista. Su principal biógrafa, Hayden Herrera, parece coincidir con él cuando escribe que, incluso en sus más complejas y enigmáticas pinturas, "Lo que el agua me dio" por ejemplo, "Frida está "con los pies muy sobre la tierra" al representar imágenes reales de la forma más literal y directa". Como es el caso del arte típico mexicano, las pinturas de Frida "hechos y fantasías se entremezclan como si fueran inseparables e igualmente reales", agrega Herrera."No sé si mis pinturas son o no surrealistas pero, lo que sí estoy segura es que son la expresión más franca de mi ser", Frida escribió una vez. Como mis temas han sido siempre mis sensaciones, mis estados de ánimo y las reacciones profundas que la vida ha producido en mí, yo lo he llevado objetivamente y plasmado en las figuras que hago de mi misma, que es lo más sincero y real que he podido hacer para expresar lo que yo he sentido dentro y fuera de mí misma
La figura de Frida y su obra son un desafío a cualquier definición absoluta porque, se prestan más a una descripción en la cual ambigüedad la caracteriza. Frida se alternaba entre la esperanza y la desesperación. Le encantaba bailar y las multitudes, coquetear y seducir sin embargo, a veces se sentía miserablemente sola y rogaba a sus amigos y amantes que la visitaran o que no la "olvidaran". Poseía un agudo sentido del humor, usualmente un marcado humor negro al igual que, una disposición muy aguda a la inventiva y la metáfora. Frida siempre se esmeró por mantener un hogar para Diego y amaba preocuparse por él, prepararle comida y bañarlo. Le encantaba rodearse de mascotas exóticas como monos araña y perros, y adoraba a los niños los que siempre trataba como iguales. Frida gustaba de los chismes, chistes subidos de tono y los sin sentidos en cambio, aborrecía la pretensión. Trataba a los sirvientes como a su propia familia y a los estudiantes como colegas muy estimados. Frida Kahlo era la personificación de la alegría, un anhelo por la vida. Valoraba la honestidad, especialmente la propia. Una vez le escribió a un antiguo amante, quien abiertamente la había dejado por su debilidad física, "tú mereces lo mejor de lo mejor porque, tú eres una de esas pocas personas que, en este mísero mundo siguen siendo honestas consigo mismas y esa es la única cosa que realmente cuenta". Cuando Frida Kahlo muere a los 47 años de edad, el 13 de Julio de 1954, dejó una serie de pinturas que corresponden a la representación de su evolución como persona, al igual que, una serie de emotivas cartas a amantes y amigos junto a un colorido y cándido diario. Todo esto es una irrefutable evidencia de que su vida no fue nada menos que una búsqueda por ser honesta consigo misma, incluyendo fecha de nacimiento (1910) y todo lo demás.
2007-09-12 06:07:23









1 comentario:

MRB dijo...

Qué linda entrada a tu lugar. ¿Es tu casa? Una vista maravillosa.

Adoro a Frida Kahlo: su sufrimiento, su vida, su pasión, su alma libre.

Shanty

www.desdemiinterior-shanty.blogspot.com
www.muchoteatro-lmmr.blogspot.com

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