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jueves, 31 de marzo de 2011

LA MADRE DE TODAS LAS MADRES





La madre de todas las madres.
ANTOLOGÍA DE LA IMAGEN Nº 2
SOCIEDAD VENEZOLANA DE LAS ARTES


http://sociedadvenezolana.ning.com/group/antologadelaimagenn2/forum/topics/la-madre-de-todas-las-madres?xg_source=activity

El amor de una madre se mide como demuestra su preocupación por sus hijos. He aquí nuestra madre Tierra, que nos arrulla incondicionalmente, donando toda su potestad a sus criaturas y cuando la necesitamos, sólo llamamos, pataleamos, lloramos, reímos y hacemos notar toda nuestra jactancia de hijos, cuantas veces sea necesario y es ella silenciosa quien nos acuna en la tibieza de su seno, respondiendo como leona, acicalando con toda su sensibilidad a su recién nacido.


Estamos en una gran reserva de ternura, un silo de provisiones a granel, refugio hogar bondadoso, cuando es hora del baño por ejemplo, el agua recorre y atavía nuestros cuerpos, sentimos tenemos la sensibilidad de una madre ciervo, cuando besa a su cría. Entrecerramos los ojos entregándonos a su don primordial y nos nace espontáneo tararear un aria sencilla pero melodiosa.


Cuando nos arremeten lluvias torrenciales, nos parece ella, se vuelve un águila desafiante e intimidadora, pero no menos preocupada, cuando a través de las horas, recolecta en embalses de cariños gota a gota el agua encausará por ríos irrigando mies, que saciará nuestra hambre. Todos nosotros en el gran nido de esta soberbia ave, todos sus hijitos hambrientos, esperando, piando, abriendo el ancho pico para recibir su ofrenda dadivosa.


Y nos regocijamos en verano cuando vamos a un lago o laguna y buceamos bajo el agua, es tal la alegría pareciera estamos protegidos como una pequeña lechuza se refugia debajo la suavidad del plumaje de su madre y salimos asustados de los embates del agua para luego volver al nido protector.


Y como no deleitarnos después de una lluvia tropical, cuando sale un arcoíris y captamos esa imagen en asombro, es como subirnos sobre el lomo de una madre somormujo y como tímidos polluelos sin saber que hacer, miramos ensimismado a nuestro alrededor en un trance de seguridad infinita.


Y cuando en un desierto estamos perdidos y encontramos un oasis, vemos como ella, es un ángel caído del cielo, nuestra salvación, nos sacia, nos alimenta, luego nos sentimos cobijamos con visible satisfacción, como una cría indefensa en los brazos de una gran madre orangután que nos cuida y nos regalonea con infinita benevolencia.


Y como no observar, sentir el goteo viene desde lo alto de la copas de los árboles caer lentamente al suelo, usando este precioso regadío y ahí nuestra mirada se alarga como cuello de jirafa que todo lo alcanza y allá arriba en lo alto, encontramos las hojas más tiernas, y verdes y nosotros como ella, esperamos ansiosos el dulce fruto de la madre naturaleza.


Y como no escalar los hielos eternos y sentirnos como un osezno trepa las aterciopeladas cumbres de su madre osa polar.

Y como no recordar los juegos de niños en los días después de las tormentas de nieve y pasearse por la suavidad blanca; luego cara, y manos frisadas, nos parecemos a los monos de nieve japonés, todo el hielo en nuestros ojitos congelados, buscando el cálido abrazo de su madre macaco, para resguardarnos en su cálido abrigo.


Y como no admirarnos cuando debajo del océano madre, otra parida alumbra a un delfín bebé y anonadarnos hasta las lágrimas, cuando hembra y cría nadan en el plasma de la vida.


Así vamos caminando por la pradera, pisando la tierra húmeda, donde va creciendo la buena y la mala hierba, se va esparciendo la semilla, va creciendo la armonía del hombre, entre grandes patas de hembras elefantes, cuidando a su cría, todas haciendo ruedo al nuevo miembro de la familia. Toda la reverencia en sus rostros sonrientes y no es menor su alegría, pues nuestra Gea va vestida de ilustre linaje, vamos honrados todos por ella, hombres, criaturas, y reino vegetal, todos dignos, título en mano nos dio por herencia, nuestra otra madre, la vida.


Todos guiados por todas nuestras madres, en protección, viajeros en el cascaron del planeta Tierra, giganta alrededor del sol, refugiados por todos los costados, protegidos por muchas madres a nuestro haber, pero una sola, la más importante, la que nos sostiene desde nuestros primeros pasos hasta el fin, aquella que se refleja en una gota de agua, como la única que se ve a gran distancia, vestida de lapislázuli, de cabellera hechas de frondosa selvas, y voluptuosos senos, amparo hechos de perla nácar.


Y como pensar se extinguirá el agua si tenemos ese ancho océano, que nos cubre con su majestuoso torso de fornidos omóplatos, dios Atlas, hijo de Gea, sujetando todas la vida que baila al son de algas marinas, sobre sus hombros, musas bailarinas vestidas de coloridos arrecifes, y sangre salina. Todos en goce de la manzana de oro sacada de sus aguas, y hurgamos dentro y fuera de sus entrañas, fortaleza amurallada, como si fuéramos cachorros de leopardo debajo de este gran ser, como quien está posando para una portada para el National Geographic. El fotógrafo viajero de la galaxia, venido de la inmensa oscuridad que entra a un espacio de luz verde y parajes azul entretelón.


En el patio llamado universo cae sobre nosotros, todo el cariño de mamá creación, cachorritos milagrosos, desvalidos, pero aprendiendo a sacar las garras para cuando nos llegue el turno de cuidar a nuestra madre Gea, cuando este viejita y desvalida. De momentos solo sabemos, llorar, patalear; sentirnos el centro del universo, nuestra madre respondiendo con infinito amor, nos ofrenda su oro blanco desde el primer respiro y su alimento gotea, gotea y no deja de gotear...


Patricia Araya

TAJ MAHAL






Taj Mahal

Reina vital

Prosa poética para Antología Unión Hispanoamericana de escritores.

21- 02- 2011
http://unionhispanoamericana.ning.com/group/antologadelaimagenn1/forum/topics/taj-mahal
Has llamado la atención de tu rey dormido, con tu voz armoniosa, estás emanando desde un lugar sagrado, tras un velo transparente, naces a la vida y vienes bajando las escaleras de tu propia montaña, bailarina generosa vas dando vueltas y vueltas en círculos, lugar diseñando especialmente para ti de piedras de jade, rubíes y esmeraldas, para ser pisados por tus adorables pies benditos. Y tu rey se va levantando lentamente de su pesadilla y te contempla extasiado…

Toda tu figura bañada por la luna, y resplandecida por piedras preciosas vas regando a tu paso. Todo tú cuerpo danzando en plenitud, tus espaldas doblegadas al ritmo de cascadas, sones de cítaras, flautas, laudes y, tambores; voces roncas de hombres que te acompañan en tu camino; y el eco de tu ondina voz es escuchada con atención por el rey quien tiembla, su corazón late, casi se escapa del pecho, y en sus fantasías, sueña bañarse en tus aguas, beberte, saciar su sed de hombre rey, por toda una eternidad.

Tú seno altivo convertido en mares, tú vientre en océanos, tus piernas y brazos en ríos y lagos, y vas besando los pies, de tus amados súbditos. Cuando las demás concubinas te celan, te vuelves hielo eterno, y cuando duermes demasiado, el sol entibia tú delicada piel, te viste de suaves lienzos y viajas etérea vestida de linos grises, a veces de sedas negras, viajera a los más lejanos parajes, donde ha pasado el tiempo y el desierto te llama con voces de ultratumba, y riegas abnegada las arena calientes. Y en una noche de tormenta, la vida quieta de vuelve germinadora y en pocas horas, las flores nacen y el páramo se vuelve vergel dorado, rosa, anaranjado; pétalos bermejos se ven a gran distancia y el sol alumbra toda tu potestad.

No debemos olvidar cuando bajas rauda la montaña y los pasos largos de tu baile te hacen jadear, muchas veces tambalear, porque te han hecho de tus edenes, un espeso lodo y tu voz grita: ¡No más!, y desesperada nos regañas, nos enseñas y dices: “Recuerden soy la vida que entra en su templo y restablece los tonos de su piel y cabellos y le da energía a sus corazones”. “Escuchadme, debo ser restablecida en el amor eterno fui creada. Yo quiero pensar, mi rey ha escuchado mi lamento…”

Es por eso eres la preferida del rey, porque eres sabia, amorosa, casi divina. Él te ha construido un sitial para recordar tu vitalidad, germinadora de vida y estás ahora dentro del amurallado castillo, Taj Mahal, de muros color lapislázuli, donde puedas deslizarte reina en el espacio sideral, viva después de la muerte, ser honorada, respetada. Él con cuidadoso esmero cuida de tu constante danza, de tú brillo lumínico, de tú mirada cristalina y te sigue contemplando extasiado como te reflejas en el espejo de los cielos y cae tu resonancia a sus pies descalzos, y te ama, ¡no sabes cuánto! , hasta las últimas gotas del océano, sean alzadas por el viento.



Patricia Araya

domingo, 27 de marzo de 2011

EBRU DORADO A VIOLETA PARRA



EBRU DORADO

A VIOLETA PARRA

ANTOLOGÍA RED ESCRITORES COQUIMBO Y JAIME LEÓN CUADRA, MONSIEUR JAMES

http://redescritoresdecoquimbo.ning.com/group/antologahomenajeavioletaparra/forum/topics/ebru-dorado-a-violeta-parra



Has llegado desde los tiempos remotos, viajera de polvo de estrellas y has caído a la fontana, cunita te esperaba con los brazos abiertos y en la calidez de la mistura, de agua pura, tinte de amor y tierra, fuiste creciendo Violeta. Toda tú alma enredadera en el jardín de brillantes colores arcoíris, reflejada te fuiste fundiendo en las aguas, como una ser iluminado.
Todos tus primeros pasos, fueron guiados entre sones de guitarra, guitarrón y las dulces palabras musicales de tu yo cantor, desde ahí todos los límites, fueron quebrantados por la inquieta luz enredada en la larga y negra cabellera, traías como marco de tu rostro moreno.
Canciones, danza, sones, instrumentos musicales, voz de mujer cantora, se fueron en el remolino de la vida. Eras tempestad que venía asustar a su propia alma. Mujer Viola, Violeta, que quería abarcarlo todo en un segundo, y muchas veces lográndolo, siendo melodía a los oídos de tus recién nacidos, en los hermanos y amigos te dabas por entero, pero no contenta, te ibas entrelazada al pincel, a las agujas, a los hilos, donde fuiste cobijando tu espíritu aventurero.
Los bordes de la fontana te contenían, no fueron suficientemente resistentes, y construiste puentes y riberas para irte en una barquita a remos, donde la distancia fuera tu mejor amiga. Ahora ibas enmarcada en el mapamundi, las fronteras no eran excusas para desbordar los ríos contendidos en la talla de mujer resistente a los embates de los malos y buenos tiempos para lograr tus ideales.
Toda la vida fue un canción que no querías que tuviera fin, y vivir un siglo fue un difícil camino, porque el tiempo exigía persistente en tus parpados de mirada triste, y fuiste descifrando signos, dentro las profundidades de tu canto, en el rezo que ponías en el alma de tus canciones y fue así que te distes cuenta la injusticia estaba impregnada en todos los pobres, el pueblo que nunca es escuchado, solo tu halo lumínico trocó con su varita mágica a estos seres despreciados y te diste el tiempo de aunar alianzas, tejer nidos de esperanzas, con todo el colorido de tus hilos mágicos.
Todo tu ser era un gran mar que se movía al compás de las olas, y esa música venida del mismo lugar de tu nacimiento, hacían la fuerza para salir cuan gotas de oro salen saltarinas a la fase de la tierra, y tu Chillan quedo pequeño, para tan grande resplandor. El pueblo entero te vino a visitar a tu propio manantial, círculo con pedestal, donde subías a los cielos, y con los ángeles hiciste los mejores coros, que un humano sensible puede escuchar, fue tiempo de amar, divertir, para luego pleamar en las noches, mientras tratabas de dormir, contemplando las ranuras largas y estilizadas, de tu teatro hogar, donde desde ahí, podías contemplar a lo lejos tus sueños de luna.
Eras Violeta pura, aprendiendo a tallar diamantes, para luego en tus retoricas dejarlos brillar iluminando tu propio destino, el que tenías para vivir, soñar, hasta el último respiro.
Ahora tus huesos yacen en cacharritos de cerámica, donde quedaste dibujada eterna, en los colores de tu canto, en el trinar de las aves, en tu voz sinfonía perpetua, en los cientos de racimos de letras dejaste talladas por doquier, en los dibujos nos dejaste hilada tu alma. Aquella que se volvió ave transeúnte donde se fue de regreso a su nido polvo de estrella. La Violeta que se quedó cantando en los albores amurallados de su propio Ebru dorado.
Es tu tierra que te saluda en añoranza, en desazón por no cobijarte bajo sus fuertes alas y te dejo irte sin despido, sólo tú eco en resonancia queda con todos nosotros, por todos los tiempos de los tiempos.
Dejo mis humildes letras en contemplación de las tuyas como también coloreando aquella ave cantora que las inspira.
Con aprecio y gran admiración
Patricia Araya

Safe Creative

Código: 1103088663804
Fecha 08-mar-2011 21:48 UTC

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