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jueves, 28 de agosto de 2008

Canteando Siglos con la Mirada




Canteando siglos con la mirada

Camino en armonía por este lugar, mi casa, lugar de encuentro con el entorno, montaña y patio natural que me recibe con brazos abiertos y siento un reto a mi espíritu. Estoy en altura en alma y huesos.
El mar es testigo allá abajo mostrándose amatorio con sus olas blancas y su mugir sereno. Las flores salvajes van amenizando este boceto con su colorido trazo de tonalidades, pinceladas, luz, sombra, por el maestro universal.
El rojo de la Añañuca sobresale y se esconde entre los viejos cactus, mientras su rival, la azulina esta siempre mecida por el viento; son las flores que dan el colorido donde la mirada se acuna y se enreda en su tela de seda.
Este lugar se hace llamar La Puntilla, pero mas que una punta de tierra, y roca entrando en el mar es una mantilla suave, amena, colindante con los cerros haciendo ronda; donde este pedazo de tierra, se recorre caminando, y con la visual allende de la dicha. Estoy fácilmente enmarcando este un lugar como único y estoy siendo reconfortada, agradecida de tanta belleza.
La naturaleza ha legado su baile furioso, e incontenido y ha preservado para ser descubierto por personas locas por encontrase con la paz ansiada.
Es un lugar agreste, donde la madre Tierra ha estado alguna vez bajo la fuerza del fuego y ha lanzado su lluvia de energía dejándola diseminada en todo este lugar. Las rocas calcinadas por el calor y el tiempo aun están atónitas contemplándose a si mismas.
En medio de este paraje hubo pasión de pasiones, amor descontrolado y queda así por generaciones para develarse desnuda, colosal, y a la vez tímida, como pidiendo ser cuidada sin mancilla ni violación a su naturaleza femenina.
El paisaje va variando como va cambiando mi aprecio por este lugar. Los castillos de piedra quedan estáticos, pero pareciera en cualquier momento continúan su rotar cuesta abajo, muchos de ellos en acción de caída libre o queriendo bajar por su propio camino hacia el mar y sin embargo están detenidos en una eterna espera. El sol, la lluvia, viento, el aire salino con su vaho de humedad van dibujando su propia huella en la roca delineado dibujos que hablan del tiempo que fue y seguirá tallándose en su piel añosa aferrada su maza corpórea a un brazo del tiempo.
La mirada se entretiene dibujando el rostro de la naturaleza en todo su esplendor. Rostro silencioso, con cuerpo de bailarina robusta, vestida de tules de lajas que se esparrama sobre el teatro de mis pasos.
El camino serpentea armónico, sinuoso, a ratos sin dejar ver donde se haya el horizonte y entre suspiro y respiración agitada me deja verla en sus diversos estados de ánimo como una abuela cariñosa.
Este tumoroso paisaje se deja coronar de flores que van tejiendo un valle de rojos, azules, verdes. Las flores amarillas son pequeños soles en la alfombra rocosa y ripiosa, dándole una sutil suavidad al entorno.
La energía de este lugar cautiva, y entona los átomos del humano en mí en su misma frecuencia y me une a este lugar la vibración evocando una vida contemplativa que quisiera para mi alma desde aquí en adelante y el corazón late al unísono con una apacible canción de cuna cantada por una madre que canta su amor como ninguna.
Me hubiese gustado ver este mismo lugar el segundo día de su nacimiento, debe haber sido un espectáculo de incontenido estupor, agrado, sobrecogedor; el mas bello diseño de la grandeza natural.
A pesar de toda la belleza restante, es vestigio de lo que fue; el hombre con su afán de transformarlo todo ha ido canteando la roca y remodelando la belleza sin igual para su propio beneficio ha dejado su rastro frío, carente de afecto por el entorno.
Camino canteando siglos y soy el ser que con la mirada busca encontrarse con el pasado, el principio, el fuego, la nostalgia y el tiempo.
Las aves me llevan, inspiran que vuele al comienzo del todo y de pronto me dejan caer desde lo alto a esta hermosa herradura encontrándome con el mar, el paisaje, la roca donde me poso como un ave mas y son las gaviotas sobrevolando en lo alto con su aleteo, su chillido particular, sobrecoge y lleva a desear ser un alma libre como ellas, donde poder ir y venir sin miedo a perderse, pues este es el mundo donde residimos para ser cuidados y cuidar a nuestra madre que nos recibe con su seno lechoso y un útero fértil que solo puede acunar amor y vida.

Dedicado a La Puntilla, Coquimbo, Chile
Copyright © Patpoemas

sábado, 16 de agosto de 2008

UGARIT

UGARIT
Me gusta tu silencio ingenioso
el oculto destino de tus letras,
poemas yacen tallados en el ayer
se levantan desde más abajo del polvo;
vienen a mí desde el otro lado del tiempo
me he vuelvo a encontrar descrita en ellos,
voy tras tus huellas, mis huellas
soy acogida y entro al castillo real
donde alguna vez bailamos la danza del vientre;
siento que vuelvo a la vida
tus ruinas son mi casa distante
me veo sonriente, revivida recordándote
sentada en el trono del tiempo
en trance casi sin respirar el íntimo enlace
soy la que nunca he muerto
la ventana se abre; entra luz, te contemplo
soy oxigeno, rosa, piedra milenaria
me veo etérea por sobre la tierra.
Tierra mía, que me vistes nacer,
entre tus ruinas alguien escribió mi nombre;
hoy los poros de la memoria te descubren.

Patpoemas






Patpoemas

domingo, 3 de agosto de 2008

LA CALLE DE TU PUEBLO

LA CALLE DE TU PUEBLO


He llegado nuevamente a este lugar, la misma calle me recibe, las mismas tiendas de toda una vida, los viejos adoquines en la calzada siempre llaman poderosamente mi atención. Algunos árboles por aquí por allá dando calidez al paisaje. Camino, observo, me detengo, te busco con la mirada, recorriendo este lugar como si fuera mio. Me encuentro a gusto en este lugar será porque nadie me ve ni perciben que he vuelto. Lo malo que nunca he podido encontrarte, pero siento que sigo la huella, y estoy en el lugar donde habitas.
La calle se deja ver desnuda antes mis ojos que contemplo sin deseos de perder ningún detalle. Esta oscureciendo y las luces de la calle poco a poco comienzan a encandecer.
Estoy sentada en uno de los bancos que están apostados en la calle principal de tu pueblo. Me gusta su estilo colonial, madera natural y fierro repujado en sus costados y cómodos como un recuerdo de antaño.

Calle de tus amores de aceras anchas, cómodas, tan antigua como mis sueños. Estoy en tu pueblo, donde vengo tras tus pasos y pienso que ellos se quedaron adoquinados en el magma del tiempo. Trato de imaginar cuantas veces debes haber pasado por aquí, cuantos pasos de un lado a otro quedaron registrados todos estos años; quizás tantas veces como la lluvia se deja caer en el pueblo durante todo el año.

La luz resbala sobre la calle absorbiendo todos los reflejos de este amor, dando un tinte de blancura al lado izquierdo de la calle, mientras que la otra mitad se ve entre luz de realidad y sombra de la noche que no existe.
El cielo esta parcialmente nublado y estrellas escondidas entre nubes pasajeras se asoman majestuosas. Es verano, pero no hace calor, ni tampoco frío. Las pocas personas que van caminando por esta avenida, van vestidas de añoranza; ajenos a mi presencia.

Recorro cada rincón de esta calle y observo un letrero azul con letras luminosas donde se lee: “SE BUSCA” La vitrina es mitad cristal, mitad arrebozada de tul blanco. Me da la impresión que fuera una tienda de antigüedades y fotografías en blanco y negro. La cámara de la memoria capta y registra momentos felices donde una vez degustamos las exquisiteces que la vida nos ofrecía. Siento hambre en el corazón y sed en el alma. La boca saborea miel hecha tristeza. El aroma a recuerdo se delata y corre por la sangre.

Se respira un día que termina apaciblemente resignado. Los negocios de la calle están cerrados y a lo lejos la vista se va hacia la iglesia mayor al final de la calle, parte de su frontis iluminado por un farol. Las puertas de la iglesia abiertas de par en par. La cruz de mediano tamaño y enjuto contorno, resplandece al final de la torre, invitándome a entrar.

Poco a poco estoy quedando sola, pero eso no importa, estoy acompañada por la calle que te ve pasar a diario, y puedo ver tu perfil quedándose reflejado en sus vitrinas, donde tu mirada se vuela mecida por el viento en las hojas de los árboles y tu sonrisa sale complaciente a mi reencuentro besándome la mejilla.

Me regocijo absorbiendo el aura que dejas difuminada, cuando vas camino hacia la plaza mayor, para perderte detrás la puerta de sol, sin saber a donde vas.
Me siento reconfortada dejando caer sobre mí todos tus pensamientos, como gotas de lluvia y la esencia de tu energía me abraza con la tersura de un amor sin barreras.

Despierto y la hermosura de tu pueblo se disipa, volviéndome a la realidad que choca conmigo extrañada.

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